domingo, 22 de diciembre de 2013

Chiatura, la urbe de los teleféricos

Los orígenes de Chiatura , que junto con la población de las localidades aledañas suma actualmente 64.000 habitantes, se remontan a comienzos del siglo XIX, cuando a orillas del río Kvirila fueron descubiertos grandes yacimientos de manganeso.
Ingenieros procedentes de EEUU, Francia y Bélgica, entre otros países, llegaron a este recóndito lugar montañoso, que de la noche a la mañana se convirtió en una importante ciudad minera.
Sus habitantes, no sin orgullo, recuerdan que la primera pista de tenis de Georgia fue construida precisamente en Chiatura.
En tiempos soviéticos, la explotación del manganeso fue intensificada al máximo, con el consiguiente perjuicio para el medio ambiente. Al menos doce aldeas de los alrededores de Chiatura fueron abandonadas por sus habitantes.
Para transportar el mineral se empleaban vagonetas, que circulaban tanto por vías férreas como por cables aéreos.Y a mediados del siglo pasado las autoridades georgianas decidieron construir teleféricos para el transporte público, a fin de reducir el tiempo que empleaban los habitantes de los barrios residenciales en bajar por los sinuosos caminos montañosos al centro de Chiatura.
Ninguna víctima
El primer teleférico fue inaugurado en 1957. El frontis del pequeño edificio al cual arriban las cabinas con los pasajeros aún conserva un mosaico con las efigies de los líderes bolcheviques Vladímir Lenin e Iósif Stalin, este último nacido en Georgia.
Un total de 18 teleféricos fueron construidos en Chiatura en tiempos de la Unión Soviética, el más moderno de ellos a comienzos de los 80.
"Todos funcionan hasta el día de hoy. Se han producido accidentes, pero nunca ha habido víctimas ni se ha caído ninguna cabina”, dice Maljaz Tsereteli, diputado por Chiatura del Parlamento de Georgia, al tiempo que golpea madera para, según sus propias palabras, "ahuyentar de los teleféricos a los malos espíritus”.
El diseño y aspecto herrumbroso de las cabinas, que parecen sacadas de una película de catástrofes, no infunden demasiada confianza. Los chirridos que acompañan la aproximación de una de ellas a la terminal son suficientes para que, incluso el turista más osado, desista del viaje, pero no para los habitantes de Chiatura, habituados a este medio de transporte.
"Cada mañana bajo y, por la tarde, hago el viaje de vuelta. Si me retraso no supone un problema: el teleférico funciona las veinticuatro horas del día y, además, es gratis”, dice Eguldzhá, alumno del único centro de estudios superiores de Chiatura, quien añade que toda su familia usa a diario el "cable”, como llaman el teleférico los chiaturenses.
Aunque no haya viento, la cabina, que avanza a una velocidad de 2,8 metros por segundo, se mece de manera considerable. Tiene capacidad para cuatro pasajeros. El recorrido de este teleférico es de 250 metros en un ángulo de inclinación 48 grados. El "cable” más largo tiene 870 metros.
Urbe minera
Desde las ventanas circulares de la cabina, cual ojos de buey, se abre una espléndida vista del Kvirila, cuyas aguas en algunos lugares son negras, color que les da el polvillo de manganeso.
La explotación minera, cerrada tras la desmembración de la Unión Soviética en 1991, fue reabierta en 2007 por la compañía Georgian Manganese Holding, subsidiaria de la británica Stemcor. Los yacimientos de manganeso, en los que trabajan 3.600 personas, son la principal fuente de empleo de la zona.
La minera se adjudicó por 6,05 millones de dólares la licencia para explotar por un periodo de 40 años los yacimientos de manganeso, que ocupan una superficie de 16.500 hectáreas con unas reservas estimadas en 160 millones de toneladas de mineral.
"Los yacimientos de Chiatura tuvieron una gran importancia estratégica durante la Segunda Guerra Mundial: era la única fuente de manganeso para el acero con que la Unión Soviética fabricaba sus blindados”, comenta el presidente de Academia de Ciencias Naturales de Georgia, Alexandr Tvalchrelidze.
Actualmente Chiatura produce 400 mil toneladas de mineral de manganeso anuales, menos del 2% de la producción mundial.
"En concepto de impuestos, la minera aporta a los presupuestos de la ciudad unos 160.000 dólares al año, una suma catastróficamente pequeña. Estamos pensando en elevar los impuestos, pues sólo para modernizar los teleféricos necesitamos 12 millones de dólares", dice Tsereteli.
De los 18 "cables” con los que cuenta Chiatura, siete son operados por el Alcaldía y los restantes los gestiona Georgian Manganesen. En total, entre operarios, técnicos y personal administrativo, en la red de teleféricos trabaja 150 personas.
"Casi de la familia”
Desde hace 30 años, Margarita Tkemaladze trabaja en la estación alta del teleférico que une el centro de la ciudad con los barrios de Zveda Garni y Kveda Garni. Cobra 300 laris al mes, unos 180 dólares, y se considerada afortunada.
"Para nosotros los ‘cables’ casi forman parte de la familia. Cuando nos reunimos en torno a una mesa brindamos por ellos, para que no se estropeen y nos den trabajo", afirma Margarita con una sonrisa. Agrega que los usuarios suelen darle nombres cariñosos a las cabinas.
"A esa que viene allí la llamamos ‘shevardeni’”, afirma Margarita al tiempo que señala con la mano a la góndola con un solo pasajero a bordo que se acerca a la estación con su característico traqueteo.

Y agrega entre risas: "No es en honor a (Eduard) Shevardnadze (ex ministro de Asuntos Exteriores soviético y ex jefe de Estado georgiano). En georgiano, ‘shevardeni’ quiere decir halcón” (EFE Reportajes).

Para nosotros los ‘cables’ casi forman parte de la familia. Cuando nos reunimos en torno a una mesa brindamos por ellos.

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