Cuando César Dockweiler estaba en el Viceministerio de Transportes se trabajó en varios proyectos que el presidente Evo Morales, quien encomendó que se haga un análisis sobre la problemática del transporte en las ciudades de Bolivia. El resultado de esa labor fue poner en evidencia que La Paz y El Alto tenían el problema más serio.
En el caso de La Paz se identificó que tiene calles muy estrechas, ninguna posibilidad de expansión, de hacerlas crecer, de construir puentes de doble piso ni ampliar las avenidas como en otras ciudades con ocho carriles de ida y ocho de vuelta debido a la topografía. Entonces, se tenía que pensar en otra salida y surgió el proyecto de Mi Teleférico.
Hoy Dockweiler es el gerente de la empresa de trasporte por cable, un proyecto que se concretó en toiempo récord y muestra expansión.
Cambio (C): ¿Fue el caos vehicular en La Paz y El Alto lo que motivó la construcción de teleféricos?
César Dockweiler (C.D.): Según proyecciones el parque automotor va a crecer más, en síntesis, en poco tiempo la ciudad va a colapsar, aunque ahora ya está así. La gente sale de sus casas a las 08.00, luego será a las 07.30, 07.00, 06.30 y 06.00, porque la gente va cada día más temprano a hacer sus actividades, entonces viviremos en un colapso constante.
En El Alto la situación es similar por la gran presencia de comerciantes y la desorganización que genera caos.
Se hizo un análisis de las alternativas y se estudiaron trenes, metros —los ríos subterráneos hacen inviable desde el aspecto financiero—, trenes elevados, buses, tranvías y vimos que lo mejor era los teleféricos.
La Paz tiene un problema de geografía, las vías son muy estrechas y el 50 por ciento de la capacidad vial está mal usado. El problema era muy serio y se debía buscar una solución vial que no genere muchos problemas como ser expropiaciones y afectaciones.
Con el teleférico se pensó en una ‘acupuntura urbana’ y colocamos torres como agujas porque los espacios para ellas son mínimos. Sacamos a los usuarios de las calles y los pusimos en el aire.
C.: ¿Es una necesidad del pueblo?
C.D.: El Presidente siempre está conectado con la necesidad del pueblo y tiene una visión de establecer soluciones para el país. Luego de un viaje a Austria, Viena, hizo el anuncio de que se implementaría un teleférico en La Paz y El Alto. A su retorno empezamos a hacer el trabajo y en julio de 2012 anunció el proyecto y en corto tiempo se definió los teleféricos. Estamos en un proceso de transformación del transporte.
C.: ¿Con qué problemas tropezó el proyecto?
C.D.: Existieron corrientes negativas. El Presidente pidió que se construya tres líneas, pero mucha gente dijo que no serviría, que no era para transporte urbano sino para turismo, que era un malgasto de los recursos, que sería mucha inversión sin beneficio, que solo serviría a los alteños y que se haga otras inversiones más útiles. Siempre hay corrientes queriendo hacer quedar mal a los proyectos del Gobierno.
Con la Alcaldía el tema es más político porque no le gusta este proyecto que le haga sombra. En la segunda fase hubo problemas porque Luis Revilla quiso desconocer los convenios firmados anteriormente. La Alcaldía nos hizo la guerra y seguimos con la lucha, porque hizo creer que traería perjuicios y no beneficios arruinando parques, plazas y desvalorizando los terrenos.
C.: ¿Una de las finalidades del proyecto?
C.D.: Llegar a las laderas. Habrá una línea Café de la estación en la avenida Busch hasta un punto cercano a San Antonio, Villa Copacabana y Pampahasi. Vamos a satisfacer las necesidades de la ladera este. En la tercera o cuarta fase se tiene pensado llegar hasta Samapa. En la ciudad de El Alto se quiere llegar a otras zonas alejadas y hablamos del Sistema Integrado de Transporte que es la complementariedad entre el transporte aéreo (teleférico) y el terrestre (buses, trufis, minis, taxis), sin dejar de lado al Waynabus y al PumaKatari. Es uno de los desafíos en el que estamos trabajando.
Queremos una integración física porque en la parada del teleférico debe haber una parada de transporte terrestre, una integración operativa que es la coordinación entre operadores y el teleférico. El transporte por cable no llegará a todos los barrios, pero ampliaremos este beneficio con el transporte terrestre. Queremos llegar a barrios alejados como Senkata y San Roque con otras alternativas y soluciones integrales al transporte para mejorar la calidad de vida de ambas ciudades.
C.: ¿Cómo fue la receptividad de las personas?
C.D.: Iniciamos el proyecto con un programa llamado “Cultura Teleférico” con dos finalidades: enseñar a la población a utilizar un transporte como éste y que la gente se apropie, se adueñe y lo quiera porque muchos ciudadanos no se apropian de los bienes públicos. Empezamos con el programa mucho antes de inaugurar las líneas.
A un mes de su inauguración, se ofreció el servicio gratuito para enseñar a la gente a usarlo. Las filas eran enormes y la población subía con cierto temor pero luego aprendió y nuestro personal les daba un empuje para que puedan pasar, era un paso hacia el futuro. La gente le hacía barra al teleférico y todos estaban muy contentos.
C.: ¿Cuál fue la visión del Gobierno para este proyecto?
C.D.: No solo fue la construcción de tres líneas, que en un momento dijeron que se ejecutaría con fines electorales. Surgió como un plan maestro que culminará el 2030 (sobrepasa la Agenda Patriótica de 2025). Tiene cuatro fases en su ejecución y en la primera arrancamos con tres líneas para brindar un beneficio rápido.
C.: ¿El ciudadano de El Alto fue el primer beneficiado?
C.D.: Escogimos las tres líneas para solucionar el problema del transporte, en especial la línea Roja para ayudar a la gente de El Alto. El aeropuerto divide a la ciudad en norte y sur y es una gran barrera con su punto de conexión en la Ceja que está estrangulada por la gran cantidad de motorizados.
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