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lunes, 4 de mayo de 2015

Ciencia en el teleférico

Cada vez que una cabina de Mi Teleférico se eleva, la concentración de partículas en el aire que respiran los usuarios baja drásticamente, concluyó un proyecto piloto realizado entre el Laboratorio de Física de la Atmósfera (LFA) de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), el Instituto de Tecnología de Georgia, Estados Unidos (Georgia Tech), y la empresa estatal Mi Teleférico.
"Cada vez que uno se aleja de la estación, respira un aire más limpio en comparación con el aire de abajo”, explicó a Miradas el director del LFA, Marcos Andrade. El resultado era previsible, pero era necesario conocer los datos exactos, aclaró.
Los resultados fueron presentados por Andrade en un Webinar - seminario o charla que se transmite por internet- organizado por la Embajada de Estados Unidos un día antes del Día de la Tierra. Este video está disponible en YouTube como "Día de la Tierra-Charla Virtual: El teleférico transporta ciencia y salud”.
Esa misma jornada el equipo estadounidense denominado BoliviAir presentó los datos en el Georgia Tech.
El objetivo del proyecto piloto consistía en evaluar el medio de transporte por cable para estudiar la calidad del aire (CA). Se eligió la línea amarilla porque asciende rápidamente desde la parte baja de La Paz hasta El Alto.
Cuando se evalúa la CA se mide la concentración de gases, como el monóxido de carbono (CO); y la presencia de aerosoles, que son partículas en suspensión, como el carbón negro u hollín. Las partículas en suspensión son tan pequeñas que se miden en micrómetros, que equivalen a la millonésima parte de un metro. La principal fuente de CO y de carbón negro es el parque automotor.
Evaluar la CA es importante no sólo desde el punto de vista sanitario, sino también desde el ambiental, pues la reducción de carbón negro u hollín beneficia al clima. "Como si fuera un gas de efecto invernadero también calienta la atmósfera”, explicó el especialista.
Iniciativa

Hace un año, en el LFA se pensó evaluar la CA desde el teleférico. Se contactó a especialistas del Georgia Tech. Y como en ese instituto se organizan trabajos de campo para los estudiantes, se acordó que un grupo llegase a La Paz para realizar las mediciones. El viaje se confirmó en septiembre, cuando en la Universidad de Georgia se aprobó la asignación de fondos.
Los investigadores del LFA también realizaron gestiones ante la empresa estatal Mi Teleférico. Hubo un interés inmediato, recordó Andrade, pues se trataba de "una contribución única del teleférico a la medición de la calidad del aire”.
En Estados Unidos hay una particular preocupación por las cuestiones legales, por lo cual el viaje se preparó con extremo cuidado, puesto que se trataba de jóvenes con edades comprendidas entre 18 y 22 años, explicó vía Skype a Miradas, desde Atlanta, el profesor Michael Bergin, que lideró al grupo.
Bergin y los estudiantes se prepararon para lidiar con la altitud de La Paz. Y en el nevado de Chacaltaya, donde funciona un observatorio del LFA, comprobaron que su efecto no es un mito. Sin embargo, estaban preparados, pues trajeron medicamentos y se mantuvieron hidratados.
Llegaron 10 estudiantes que se dividieron en dos grupos, los cuales estaban liderados por los profesores Joseph Brown y Michael Bergin.
El grupo que evaluó la CA estaba liderado por Bergin, quien fue profesor del Georgia Tech por 16 años y ahora se desempeña en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Duke. Este especialista, quien llegó por primera vez a Bolivia, ha realizado investigaciones en Estados Unidos, China, Nepal, India y Francia, entre otros países. Ha hecho mediciones en lugares con altitudes de 4.572 metros en Nepal y 5.182 metros en Japón, entre otros.

Los instrumentos fueron instalados en el techo de la cabina número 74 de la línea Amarilla del teleférico. La labor fue supervisada por el personal de la empresa estatal, que realizó un estricto control de calidad. Tanto Andrade como Bergin destacaron el profesionalismo de los técnicos electricistas y mecánicos de la estatal.
Los equipos que se utilizaron fueron un medidor de carbón negro u hollín y otro de monóxido de carbono, además de un contador de partículas. Sin embargo, el aparato para evaluar el monóxido de carbono sólo registraba niveles elevados de concentración. "En el teleférico medía cero porque su resolución era muy baja”, explicó Andrade.
Los equipos instalados funcionaron entre las 5:30 y las 23:00 del 17 de marzo. Ese día, la cabina sólo transportó a los especialistas y sus instrumentos.

Otros medios

El grupo BoliviAir evaluó otros medios de transporte, como taxis, micros y buses e incluso realizó mediciones a pie por el centro de La Paz y la avenida Héroes del kilómetro 7, que conecta el Aeropuerto con la Ceja de El Alto.
También se midió la CA a bordo de un taxi que recorrió el trayecto entre la zona Sur de La Paz y la urbe alteña.
En la avenida Héroes del Kilómetro 7 se registraron niveles tan altos, que uno de los equipos dejó de funcionar. "La contaminación en ese lugar era tan alta que el equipo se saturó y dejó de funcionar”, explicó Andrade.
El detalle de las mediciones que se realizaron así como las actividades de los miembros del grupo BoliviAir están en el sitio
boliviair.herokuapp.com/air.html.

Resultados


Según los resultados de las mediciones, la media de concentración de carbón negro en microgramos por metro cúbico (µg /m3) en el teleférico es de 2, 1. El valor que se obtuvo al caminar por las calles es de 4,37. En un automóvil pequeño se registró 12,14; en un micro, 16,72; y en un bus 17,14.
En cuanto al CO, la concentración en partes por millón (ppm) fue de cero en el teleférico y al caminar por las calles se registró un valor de 4,41. En automóvil se obtuvo un valor de 18,37; en un micro, de 23,15; y en un bus, de 8,82.

Los efectos de la CA en la salud se deben evaluar en periodos largos y no por una sola exposición. Pero es seguro que una persona que utiliza el teleférico diariamente por una hora y 20 minutos, por ejemplo, durante cinco años, al dejar de transportarse en vehículos impulsados por la quema de combustibles fósiles como la gasolina y diésel, tendrá un impacto positivo en su salud.
Si bien la calidad del aire en vías muy transitadas llega a niveles de las ciudades de China o India, la situación no es tan grave, pues en el país no se quema basura intensamente y tampoco se genera energía eléctrica a partir de carbón, coincidieron Andrade y Bergin.
A medida que uno se aleja de las avenidas troncales de La Paz y El Alto la contaminación baja drásticamente. Bergin vive en Atlanta, una de las ciudades más contaminadas de EEUU. De acuerdo con estudios similares en esa ciudad, cuando uno se aleja de las avenidas transitadas, la concentración baja a la mitad. En cambio en La Paz y El Alto al alejarse de las vías de mucha circulación, las concentraciones pueden reducirse en 100 e incluso mil veces.
Una buena forma de evitar exponerse a aire contaminado es circular por las vías paralelas a las avenidas principales. Sin embargo, es necesario buscar formas para que la gente que debe permanecer en estas arterias, como policías de tránsito y vendedores, no esté muy expuesta. Se trata de un problema estadístico pues la incidencia en la salud se da por un tiempo muy largo de exposición. No hay que esperar que toda la ciudad esté contaminada, se deben tomar medidas preventivas, afirmó Andrade.
Otra forma de reducir la concentración de partículas y gases en el aire consiste en controlar que los escapes de los vehículos estén colocados a una altura determinada. Asímismo, la política que se impulsa desde años atrás, para reemplazar la gasolina y diésel por gas natural es favorable. En ciudades de China e India, la sustitución de diésel por gas natural disminuyó la concentración, explico Bergin.
nuevos proyectos
La experiencia fue positiva para los participantes y ahora se desea desarrollar nuevos proyectos, como realizar mediciones permanentes en cada línea de Mi Teleférico. Para los estudiantes del Georgia Tech, la vivencia que tuvieron en Bolivia fue la mejor de su formación, contó Bergin en el Webinar del 21 de abril.
Bergin trabaja en el desarrollo de equipos de bajo costo y de precisiones aceptables. Un aparato de ese tipo fue utilizado en la experiencia y ahora en el LFA y el Georgia Tech se pretende desarrollar aparatos similares de manera conjunta. "No podemos instalar equipos valuados en 10.000 dólares en cada cabina, pero si este costo se reduce a mil, sí se puede pensar en aquello”, afirmó Andrade.

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