Ayer, a las 4:30, Ramiro Mamani, profesional boliviano en electrónica y telecomunicaciones, llegó a la estación central de la línea Roja del teleférico. Su trabajo comienza a esa hora. Por tercer día consecutivo siguió al pie de la letra el manual de procedimientos del sistema de transporte.
Comenzó inspeccionando visualmente las correas y las llantas de las cabinas del teleférico. Con un martillo de teflón verificó que la tensión eléctrica sea la correcta en las correas y midió la presión de aire en las llantas.
Inmediatamente se ocupó de ver el funcionamiento de la fuente de energía alternativa (gas, aceite, agua) que tiene la estación para que funcione apenas se dé un corte de energía eléctrica.
Realizadas las dos tareas -que le tomaron una hora exactamente- se comunicó con los operadores de las otras dos estaciones de la línea Roja (Cementerio y 16 de Julio en El Alto) para confirmar que allí también cumplieron estos pasos. "Inmediatamente operamos el sistema e hicimos que las cabinas dieran unas dos vueltas para verificar que no hubiera ningún problema”, relató.
A las 5:30, tras verificar que todo estaba en orden, se acercó al tablero de control que está en la pared de la cabina de vidrio en la que trabaja y apretó el botón "reset”. Ello le permitió verificar a través de un moderno sistema de computación que "no había ningún error”.
Después "mandó dos timbrazos” para confirmar que todo "estaba listo”. Sus compañeros de las otras dos estaciones le enviaron la misma señal y apretó el botón verde del panel de control para poner en marcha todo el sistema del teleférico.
Ramiro Mamani tiene 32 años. Es licenciado en electrónica y telecomunicaciones, graduado en la Universidad Mayor de San Andrés. Fue contratado en febrero pasado por la empresa Doppelmayr, que construyó el teleférico, tras un proceso de convocatoria pública. Asegura que "aprendió haciendo”, porque participó en la instalación e implementación de todos los sistemas del transporte por cable.
"Primero nos instruyeron en la parte eléctrica, electrónica, mecánica e hidráulica y después en la operación misma del sistema”, precisó Mamani.
Junto a él también ingresó al equipo David Villa, ingeniero electrónico graduado en la Universidad Tomás Frías de Potosí, quien tras ser contratado, tuvo que radicar en La Paz.
Ambos profesionales, además de poner en marcha el transporte, están alertas ante los factores externos que pueden afectar el movimiento de las cabinas: la velocidad del viento, que no debe pasar los 24 metros por segundo (para no bajar la velocidad del teleférico), y al peligro de rayos o tormentas eléctricas, ante los que se debe parar el sistema.
También realizan la monitorización de cualquier movimiento telúrico "para que el sistema amortigüe cualquier sacudón”.
Ramiro y David trabajan seis horas diarias y tienen un sueldo aproximado de 5.000 bolivianos. Están fascinados con su trabajo porque son los primeros en operar un sistema de transporte por línea. "Cada día me asombra más la seguridad”, expresó Mamani.
Teleférico en la feria
Movimiento Los vecinos de la 16 de Julio aseguran que cada domingo la feria mueve 10 millones de dólares.
Puesto Cada puesto de venta, que mide 1,50 x 1,50 metros cuadrados, tiene un precio aproximado de 5.000 dólares.
Comerciantes La Feria 16 de Julio agrupa aproximadamente a 3.000 asociaciones de comerciantes, que afilian hasta 600 vendedores cada una.
Origen La exposición comenzó en la década de los años 70, cuando comenzaron a concentrarse en el lugar vendedores de vehículos, de acuerdo con el dirigente Ramiro Colque, que vive en la zona desde 1964.
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